Ayer, como siempre, solicité una unidad a una de las pocas empresas de taxi ejecutivo que existen en Guayaquil. Cuando digo pocas es porque a las horas pico y apenas cae una gota de lluvia, simplemente no hay taxis en la ciudad; mágicamente desaparecen o se van a sus casas porque no les resulta atender a los urgidos consumidores que desesperadamente intentan salir hacia o desde sus trabajos. En fin, eran las 17h00 y ya la unidad me esperaba afuera. En medio de una tremenda sorpresa, observo que un sujeto vestido con camiseta de un equipo local, mangas largas y toda la pinta de batracio* me hace señas para que me suba al carro mientras come un maduro asado con queso servido en una servilleta de papel periódico.
Y así empezaba mi travesía de 15 minutos para llegar a casa.
Con la boca llena de comida, me preguntaba de qué equipo era, pues más tarde sería el famoso Clásico del Astillero (partido de fútbol entre Barcelona y Emelec), a lo que yo temerosamente contesté que era barcelonista. Temerosa de que algún residuo de su asquerosa comida caiga cerca de mí, por supuesto -y no es que no me guste lo que este individuo comía, pero por favor hablaba con la boca llena y delante de su cliente-.
Una vez que al fin terminó de devorar el aparentemente suculento piqueo, sonaba con estrépito sus dientes, asumo que para limpiarse los restos de su maduro con queso. Al son de un reggaeton sucio que pasaban en una emisora bien de su estilo, en mi interior sonaba una música angelical al verificar que me encontraba cerca de casa... ¡al fin!
Naturalmente y como era de esperarse, me pregunté hasta dónde es el alcance del servicio al cliente en este tipo de compañías que ofrecen el servicio de taxis ejecutivos. ¿Basta con que la operadora nos salude y nos ayude gestionando la llegada de una unidad a donde nos encontramos? ¿O el servicio no termina ahí y realmente todo el viaje que hacemos desde el lugar donde nos recogen hasta llegar a nuestro destino representa el núcleo de la atención que recibimos como clientes?
Vale la pena reflexionarlo, pues no estoy dispuesta a experimentar una aventura más con este personaje al que simplemente llamaré batracio con estilo del meme "Like a boss".
*batracio: término ampliamente utilizado para describir a una persona que carece de los modales básicos para la supervivencia dentro de la sociedad civilizada del siglo XXI
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