El primer amor de mi esposo

Nadie transpira tanta pasión como aquel que vive enamorado. Unos tenemos amores terrenales que se roban nuestros corazones para luego reciclarlos; pero otros en cambio tienen aventuras con fenómenos tan místicos como el mismísimo significado del amor. Uno de esos es mi esposo. Camaleónico por naturaleza, su espíritu Darwiniano lo ha llevado a transformarse en muchas personas para convertirse en lo que hoy es.

Por más de cinco años, un día " normal" para él ha incluido los roles de psicólogo, mago, analista, vendedor de tienda y hasta mecánico; mientras que por la noche es únicamente esa máquina parlanchina que habla de dos temas que para él son fundamentalmente universales: las marcas y por supuesto, el fútbol. Hoy, después de casi cuatro años de conocerlo, para mí sigue siendo un misterio cuál de esos dos fue su primer amor. Pero lo que sí tengo claro es que probablemente nadie en este universo podría aguantar como yo esas largas horas de discusión sobre todo y sobre nada.

Es esa complicidad que nos une cada vez que salimos de un sitio y lo primero que hacemos es un balance del entorno, las situaciones y dinámicas involucradas en una visita familiar o una simple compra en alguna tienda. Es ese algo que no se verbaliza pero que las personas a nuestro alrededor siempre notan: estamos conectados de pensamiento incluso cuando estamos alejados en un mismo lugar. Es ese algo por el que me casé con él.

Por eso cuando me preguntan por qué lo hice, mi respuesta es que casarse es lo mismo que buscar un socio para montar una empresa: esa persona tiene fortalezas que tú careces y juntos trabajan en un proyecto de vida que dura por el resto de los días. Y eso es precisamente lo que hice con ese hombre del que no soy su primer amor, pero sí el último.

"Prefiero vivir una vida mortal a tu lado,
que enfrentarme a todas las Edades de este mundo sola..."

Entradas más recientes Entradas antiguas Inicio